jueves, 11 de agosto de 2011

El Niño sin nombre


Claroscuro


Johanny Taveras


El Niño Sin Nombre

Desplazándome  por la avenida las carreras,  disfrutando de uno de los placeres más divinos que me ha podido ofrecer la naturaleza, Un helado de Macadamia, que es la única cosa que provoca  que me olvide del ruido de las bocinas, los tapones y los obstáculos de las aceras, un sonido muy peculiar logro sacarme de mi dulce oasis refrescante.

Tirado en el suelo, con los pies descubiertos de zapatos, pero envueltos entre el polvo, lodo y las cientos de pisadas de lugares curtidos por la indiferencia y el abandono social, yacía allí, ahogado   en un río de lágrimas, que mientras se deslizaban por su rostro intentaban echar a un lado el sucio  de las escasas sobras y miserias que se albergaban en sus mejillas.

Me quede frisada, como lloraba desconsoladamente pensé: ¿estará enfermo?, ¿le duele algo?, ¿perdería algún ser querido?, ¿qué le pasara a esta criaturita de Dios?.   Junto a él estaba otro niño de nacionalidad haitiana con una pequeña limpiabotas en el brazo, el cual le pedía que se levante para poder irse, yo los aborde y les pregunte qué le pasaba, porqué estaba llorando, el haitianito con un español medio machacado me contesto que lo habían atracado, me espante y le pregunté el que le habían hecho.

El niño dominicano entre sollozos me narró que unos niños más grandes que ellos le habían quitado todo el dinero que se habían ganado durante el día: dos dólares y 50 pesos.   Respire y dije, esta bien,  no llores  por eso y les di algo para tratar de compensar su pérdida, sólo que el niño en vez de dejar de llorar aumento su llanto, al principio no entendí porqué, luego recordé la escena de un bebe que mientras corría tropezó con sus piernas y se fue al piso, al principio solo se paro medio adolorido,  pero al ver los ojos tristes de su madre por su tragedia empezó a llorar con todas sus energías , y así provocar que como se dice, lo añoñen un poco, así que sentí que el niño necesitaba que alguien lo añoñara y el que a alguien le importara lo que le pasaba  realmente le movió el corazón.

Lo tome de la mano y lo ayude a levantar, le dije que fuera a su casa y que se olvidara de lo que pasó, seguí mi camino pero a escasos pasos recordé que no le había preguntado su nombre, pero peor aún, algo terrible se apodero de mi al pensar que a lo mejor ni siquiera tendría una casa a donde ir y ya no se si lo podre volver a ver.






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